El tamaño y la forma de las células depende de sus
elementos más periféricos (por ejemplo, la pared, si la hubiere) y de su
andamiaje interno (es decir, el citoesqueleto). Además, la competencia por el
espacio tisular provoca una morfología característica: por ejemplo, las células
vegetales, poliédricas in vivo, tienden a ser esféricas in
vitro. Incluso pueden existir parámetros químicos sencillos, como los
gradientes de concentración de una sal, que determinen la aparición de una
forma compleja.
En cuanto al tamaño, la mayoría de las células
son microscópicas, es decir, no son observables a simple vista. A pesar de ser
muy pequeñas (un milímetro cúbico de sangre puede contener unos cinco millones
de células), el tamaño de las células es extremadamente variable. La
célula más pequeña observada, en condiciones normales, corresponde a Mycoplasma
genitalium, de 0,2 μm, encontrándose cerca del límite teórico de 0,17 μm. Existen bacterias con
1 y 2 μm de longitud. Las células humanas son muy variables: hematíes de 7
micras, hepatocitos con 20 micras, espermatozoides de 53 μm, óvulos de 150 μm e,
incluso, algunas neuronas de en torno a un metro. En las células vegetales los granos
de polen pueden llegar a medir de 200 a 300 μm y algunos huevos de aves
pueden alcanzar entre 1 (codorniz) y 7 cm (avestruz) de diámetro. Para la
viabilidad de la célula y su correcto funcionamiento siempre se debe tener en
cuenta la relación superficie-volumen. Puede aumentar considerablemente
el volumen de la célula y no así su superficie de intercambio de membrana lo
que dificultaría el nivel y regulación de los intercambios de sustancias
vitales para la célula.
Respecto de su forma, las células presentan una
gran variabilidad, e, incluso, algunas no la poseen bien definida o permanente.
Pueden ser: fusiformes (forma de huso), estrelladas, prismáticas, aplanadas,
elípticas, globosas o redondeadas, etc. Algunas tienen una pared rígida y otras
no, lo que les permite deformar la membrana y emitir prolongaciones
citoplasmáticas (pseudópodos) para desplazarse o conseguir alimento. Hay
células libres que no muestran esas estructuras de desplazamiento pero
poseen cilios o flagelos, que son estructuras derivadas de un
orgánulo celular (el centrosoma) que dota a estas células de
movimiento. De este modo, existen multitud de tipos celulares,
relacionados con la función que desempeñan; por ejemplo:
- Células
contráctiles que suelen ser alargadas, como las fibras musculares.
- Células
con finas prolongaciones, como las neuronas que transmiten
el impulso nervioso.
- Células
con microvellosidades o con pliegues, como las
del intestino para ampliar la superficie de contacto y de
intercambio de sustancias.
- Células
cúbicas, prismáticas o aplanadas como las epiteliales que
recubren superficies como las losas de un pavimento.
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